Fecha: 07 de Mayo de 2025
Llegar y besar el santo. Así es la manera de describir la llegada a la dirección de Telefónica de Marc Murtra que apenas superados tres meses desde su entronización ya ha anunciado la posibilidad de un nuevo Expediente de Regulación de Empleo que podría afectar a un número entre 4000 y 5000 trabajadores y trabajadoras.
Buenas noticias para los grandes accionistas que van a ver incrementadas sus tasas de ganancia a costa de la reducción de costes laborales. Y si para estos parásitos es una buena noticia, la clase trabajadora en general, y cada uno y una de nosotras y nosotros en particular, deberemos preguntarnos si es una buena noticia para nuestros intereses colectivos e individuales.
Los cantos de sirena para dejarnos llevar y abandonar la vida laboral activa son tan potentes que enturbian la razón. Nadie da duros a cuatro pesetas, decían nuestros mayores y, sin embargo, el anuncio de una nueva destrucción de empleo en Telefónica ya ha generado todo tipo de especulaciones como si un ERE se tratara de un premio.
No, un ERE no es un premio, un ERE es la destrucción de puestos de trabajo directos para llevarlos a la precarización mediante la subcontratación donde las condiciones laborales involucionan hacia el esclavismo.
Un ERE es la renuncia a gran parte de tu salario para engrosar los bolsillos de quienes nos quieren seguir explotando, toda vez que todo lo que se deje de pagar en salarios irá a las cuentas corrientes de los grandes accionistas.
Un ERE es el fracaso de la negociación colectiva y el abandono de nuestras posibilidades de seguir avanzando en nuestras condiciones laborales y en la de nuestros hijos/as que serán quienes en el futuro más próximo deberían cotizar para pagar nuestras pensiones.
Un ERE es sumergirse en un periodo de incertidumbre hasta la llegada de nuestra edad legal de jubilación, materia que legislativamente hablando se caracteriza por sus continuos cambios y que puede afectar a nuestra pensión dependiendo de los años cotizados o la voluntariedad o no voluntariedad del trabajador/a a la hora de adherirse.
Un ERE es el abandono de nuestras reivindicaciones para jubilarnos dignamente mediante contratos de relevo a los 61 años con el 100% de nuestra pensión plegándonos a las de la patronal que, nunca lo olvidemos, es nuestro gran enemigo y quien nos explota.
Un ERE es el modo de vida de sindicatos como CCOO, UGT y otros oportunista como Sumados, cómplices necesarios para seguir destruyendo todo lo que la clase trabajadora conquistó en décadas. Y en esta ocasión con todas las líneas rojas sobrepasadas donde la voluntariedad, la no discriminación por edad que es un derecho constitucional, y la universalidad no serán tenidas en cuenta.
Una vida sin ataduras laborales es el espejismo que la patronal nos muestra aprovechando el hartazgo de quienes todos los días debemos trabajar cada vez con más presión a nuestras espaldas. No nos dejemos engañar, seamos conscientes de que quienes nos ofrecen una vida mejor tienen intereses ocultos y que siempre fueron sospechosos quienes ofrecían caramelos a la puerta de las escuelas.
Bombardeados continuamente con la filosofía del individualismo y del mirar solo por nosotros mismos, es difícil hacer frente a esta nueva ofensiva que nos ofrece el nirvana si morimos en combate. El paraíso no existe, adherirse voluntariamente al ERE supone entrar en un nuevo campo de batalla donde, ahí sí, estaremos solas y solos. Y nuestra vida y la de nuestras familias ser mas vulnerable.