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Fecha: 07 de Abril de 2020

¡EN DEFENSA DE LA SANIDAD PÚBLICA!


Estamos viviendo semanas dramáticas, comprobando como el maldito coronavirus COVID-19 ha segado la vida de más de 70.000 personas en el mundo, de los que más de 12.000 han sido españoles/as.

Este virus ha puesto de manifiesto la necesidad de disponer de unos Servicios Públicos fuertes, bien dotados económicamente para que sirvan al pueblo con eficacia y garantía. Así, el COVID-19 ha mostrado que los recortes sociales —que tanto han perjudicado a los trabajadores/as y a los sectores sociales que componen la clase trabajadora, como a nuestros ancianos y que tanto han beneficiado a los empresarios, a los ricos— matan. 

Por un lado, estamos comprobando la falta de medios en la Sanidad Pública que hace que el sistema sanitario no tenga los recursos suficientes para la atención al aluvión de pacientes producidos por esta infección, y que el personal sanitario no esté dotado de las herramientas necesarias incluso para su propia seguridad, de tal modo que hay casi 19.000 sanitarios contagiados en España.   

 Por otro lado, la privatización de los Servicios Públicos, como ocurre con la Sanidad y con los cuidados domiciliarios, conlleva un deterioro no solo de la salud sino de la dignidad de los trabajadores/as, de las clases populares y, cómo no, de nuestros mayores. De hecho, las residencias de ancianos, fundamentalmente las privadas, han sido otro foco de infección del COVID-19, tanto para el personal que trabaja en ellos como de los residentes con los que la enfermedad está siendo devastadora.

Esta es la realidad que hoy estamos viviendo. Una realidad terrible e injusta para la clase trabajadora. Una realidad que el pueblo enfrenta con unos Servicios Públicos, con un sistema sanitario, totalmente diezmado y desguarnecido. Y ello es así como consecuencia de unas políticas económicas conducentes en transferir una gran parte de la riqueza a favor de los empresarios, de los ricos, en detrimento de la clase trabajadora, a la que se le ha saqueado, a la que se le ha sobreexplotado y se le ha condenado a la precariedad. A la que han empujado a la pobreza, no sólo rebajando nuestros salarios y nuestras condiciones laborales, sino también robándonos gran parte de los Servicios Públicos, que cada día son más precarios. Estas políticas se han realizado tanto por la vía fiscal —rebajando los impuestos a los empresarios—, por la vía del recorte del gasto social y por la vía de la Reforma Laboral, de tal modo que la precarización y la temporalidad del trabajo agudizan el grado de explotación de los trabajadores y trabajadoras, al objeto de que el capital, nuestros explotadores, obtengan cada vez más y más ganancias.

 Los trabajadores/as somos quienes estamos combatiendo —en primera línea y como siempre acontece en la historia— a la pandemia y, sin duda, seremos quienes la venceremos. Ahí están los trabajadores/as de la sanidad, de la alimentación, de las telecomunicaciones… al pie del cañón.

 En este trance, en este momento duro, los trabajadores y trabajadoras en general debemos reflexionar sobre lo que está aconteciendo en el mundo y en nuestro país. 

Hoy, la opinión es unánime en la necesidad de una Sanidad Pública universal y fuerte. Esa Sanidad Pública, como todos los servicios públicos, debe ser sufragada por los impuestos, y el pago de los impuestos debe ser progresivo y en proporción a los ingresos. La política fiscal en este país ha sido la de buscar que los empresarios no paguen impuestos o paguen lo mínimo, mientras la clase trabajadora es la que sostiene la inmensa mayoría de la carga impositiva del Estado, es decir, somos quienes sostenemos al Estado. 

En el año 2018, por ejemplo, la clase trabajadora pagamos a través del IRPF 77,04 miles de millones de euros, mientras que la patronal a través del Impuesto de Sociedades pagaron 23,14 miles de millones de euros. Asimismo, los impuestos indirectos, como es el IVA, y los impuestos especiales —impuestos al tabaco, alcohol o los hidrocarburos— aportaron a las arcas del Estado 83,96 miles de millones de euros. Estos impuestos indirectos son terriblemente injustos, porque el pobre paga exactamente igual que el rico ya que se trata de una imposición fiscal que es soportada por personas que tienen entre ellas una abismal diferencia de rentas, de tal modo que los impuestos indirectos castigan mucho más a las masas trabajadoras, que reducen en un 30% las rentas más bajas. 

Un ejemplo es el caso del dueño de Inditex, Amancio Ortega, que ahora tiene la desvergüenza de presentarse como un patriota al donar unas migajas de los beneficios obtenidos explotando a la clase obrera en países asiáticos, muchos de ellos/as menores. Sin embargo, no ha dudado en presentar un ERTE que afecta a 25.000 trabajadores/as que pagaremos entre todas y todos, mientras se ha beneficiado de la ridícula aportación impositiva con la que se podría haber mantenido los Servicios Públicos. 

Es momento de tener memoria ante lo que está aconteciendo. Los empresarios, sin duda, son egoístas y buscan la obtención del máximo beneficio a costa de la pobreza de la mayoría de la población, los trabajadores y trabajadoras. Pero peores son aquéllos que dicen estar con nosotros/as y siempre sirven al empresario para que gane más a costa de nuestras condiciones. Aquéllos que hablan de Servicios Públicos pero que promocionan y gestionan, por ejemplo, planes de pensiones privados o desmantelan los beneficios sociales cediéndolos a empresas privadas. 

En estos días, cuando a las 20 horas salgas a aplaudir al personal sanitario que trabaja en la Sanidad Pública y que se está dejando la piel y su salud en la defensa de los intereses y de la vida de los trabajadores, del pueblo, con unos recursos escasos como consecuencia de los recortes del gasto sanitario, recuerda que: 

-quiénes han ganado con estos recortes: los empresarios. 

-quiénes hemos perdido: la clase trabajadora que tenemos unos peores servicios públicos, empezando por la Sanidad. 

-quién se posicionó con los empresarios y quién ha colaborado engañando a los trabajadores/as: CCOO y UGT. 

-quién te dijo la verdad y salió en defensa de los intereses de los trabajadores/as, que es la defensa de los servicios públicos y la necesidad de que paguen más impuestos los empresarios: los sindicatos de clase, entre ellos nuestro sindicato, AST. 

Reflexiona y actúa en conciencia. ¡No permitas que la Empresa siga enriqueciéndose a costa de tus condiciones y de las condiciones de tu familia y de tu clase social! ¡Fortalece los Servicios Públicos y la sanidad pública! Tu vida y la de los tuyos están en juego. ¡Tú decides!    

 ¡¡LOS DERECHOS NO SE VENDEN, SE DEFIENDEN!! 

¡LA ÚNICA LUCHA QUE SE PIERDE ES LA QUE SE ABANDONA!

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