Fecha: 23 de Abril de 2021
No sigan con sus planes para destruir esta empresa
Sr. Pallete, un año más, acudimos a esta Junta General de Accionistas para trasladar, tanto al Consejo de Administración como a los Accionistas y a la Ciudadanía en general, los problemas de los trabajadores y trabajadoras, que somos quienes hacemos posible que esta empresa siga obteniendo multimillonarios beneficios y que Uds. puedan seguir incrementando sus millonarias retribuciones y patrimonios.
También queremos dirigirnos a todos y todas las accionistas presentes que no les queda más opción que creer todo lo que usted les cuenta desde la palestra. En algún momento depositaron sus ahorros confiando en los cantos de sirena lanzados desde el Consejo de Administración, pero la única información que les llega del estado de esta empresa es el que ustedes les lanzan. También, por esa razón, nos encontramos aquí, porque somos quienes podemos informarles del verdadero estado de Telefónica. Nosotras y nosotros sí que conocemos realmente esta empresa y podemos, además, aventurar hacia donde se dirige.
Y queremos dirigirnos a la ciudadanía en general, a quienes pasaron de ser “abonados” a ser “clientes”. No podemos olvidar que una decisión política determinó que esta empresa pasara a manos privadas cuando había sido creada por el estado con capital público. Esa proximidad entre el trabajador/a y el objetivo de la empresa para hacer de las telecomunicaciones un servicio público y universal quedó hecho trizas cuando mutó a obtener beneficios a corto plazo para regocijo de sus grandes accionistas. Luego podrá usted fanfarronear ante las cámaras de los medios de comunicación que controla de la labor social de la empresa que preside. Pero lo cierto es que, deliberadamente, contribuyen a profundizar en la España vaciada ya que desde hace muchos años nada se invierte en las zonas rurales y se deja en la estacada a sectores de la población de más edad que habitan esas zonas y en las que la empresa decidió hace tiempo no gastar un euro.
Desde hace años, desde este sindicato, venimos denunciando el proceso de desmantelamiento acelerado que Usted y su equipo están llevando a cabo. Un proceso que la plantilla estamos sufriendo directamente gracias al colaboracionismo que la dirección ha encontrado en los dos sindicatos con quienes ha formado sociedad. ¿Saben ustedes que CCOO y UGT, se han repartido a lo largo del tiempo más de 21 millones de euros cada uno en concepto de dividendos de Fonditel Pensiones, empresa que pertenece a Telefónica (70%), UGT (15%) y CCOO (15%)?
Comprenderán ahora las razones por las que CCOO y UGT han firmado en los últimos años Convenios Colectivos regresivos que tenían como objetivo la reducción de costes laborales destruyendo miles de puestos de trabajo para llevarlos a la precariedad. Trabajadores y trabajadoras con condiciones laborales leoninas, sin formación adecuada, sin herramienta apropiada, trabajando a destajo y dando una imagen nefasta de esta empresa ante la sociedad, no por su culpa sino porque la dirección de esta empresa no tiene ningún interés en darle una continuidad en el tiempo.
Los dos Convenios de Empresas Vinculadas firmados por los tres socios en los últimos años han ratificado las políticas destructoras de empleo y de credibilidad que abocan a la empresa hacia un negro futuro.
Pero acerquémonos a la inmediatez de estos últimos 12 meses tan especiales que hemos tenido que vivir. Creemos necesario, señores accionistas, que ustedes conozcan en base a qué conceptos el señor Álvarez-Pallete presume de su gestión.
Alrededor del 90% de la plantilla de Telefónica fuimos obligados a trabajar desde nuestro domicilio desde mediados de marzo de 2020 aportando incluso nuestros equipos informáticos propios y acarreando con los gastos de suministro que la empresa ahorraba tales como electricidad, gas, agua, conexión a internet, teléfono… Hemos hecho de nuestra casa una sucursal de la Telefónica renunciando a nuestro entorno privado y teniendo que dedicar tiempo al trabajo que excedía el número de horas de la jornada laboral. Cínicamente, le llamaron conciliar la vida personal y laboral. Nada hemos recibido a cambio, tan solo más presión porque era necesario, en estos tiempos difíciles, salvar la empresa. Pero es que ahora, en pleno inicio de lo que los expertos llaman la 4ª ola, entre CCOO, la empresa y UGT han decidido que debemos incorporarnos al trabajo presencial desde el pasado 5 de abril sin importarles el riesgo de contagio, las condiciones del transporte público o las medidas sanitarias de los centros de trabajo.
El 10% restante de la plantilla, perteneciente a Operaciones Locales, ha tenido que trabajar presencialmente desde el principio y se ha encontrado con situaciones rocambolescas como la inexistencia de Equipos de Protección Individual, centrales telefónicas sin servicio de limpieza, realización de trabajos en altura o confinados en cámaras de registro sin formación teórica ni práctica e, incluso, obligación de firmar la realización de cursos de Prevención de Riesgos Laborales sin haberlos hecho. En esa misma situación, si no peor, se han encontrado los compañeros y compañeras de las contratas y subcontratas para quienes el acudir a trabajar suponía un riesgo de contagio para ellos y para sus familias.
Esto es lo que ha acontecido en el último año en el interior de la empresa, en las galeras ocultas y ocultadas, mientras la dirección se pavonea en el puente de mando de su destreza para dirigir la nave.
Pero si no les convence que el deterioro de las condiciones laborales de quienes trabajamos para Telefónica es un síntoma de la carcoma que corroe sus entrañas, les vamos a ilustrar con ejemplos de cómo solo en el último año el actual Consejo de Administración nos está llevando a todas y a todos hacia el abismo.
Acorralado por una inmensa deuda adquirida en aventuras empresariales arriesgadas lo intenta resolver con la venta de infraestructuras necesarias por las que posteriormente tiene que pagar por su uso. Estamos hablando de ventas ya realizadas como son las de las antenas de telefonía móvil en todo el mundo, parte de los Centros de Procesamiento de Datos, la Red de Fibra Óptica de Chile, los inmuebles que está vendiendo por toda la geografía del país, la venta de Antares, o de la inminente venta de su red de cable submarino. Y hablamos también de los Proyectos que está llevando a cabo como son la creación y posterior traslado de recursos de las filiales Telefónica-Tech y Telefónica -Infra, con vistas a su posible futura venta, segregación de actividad como es la Televisión Digital…
Y que los pequeños accionistas no se las prometan muy felices con estas ventas porque, por ejemplo, de los 7.700 millones de euros por los que se han vendido las antenas, sólo la mitad revierte en Telefónica, dado que ésta le vendió graciosamente el 40% de Telxius al fondo americano KKR en 2107 por 1.275 millones de euros; ahora su participación se valora en 3.080 millones. ¡Un beneficio brutal conseguido en sólo 3 años! Y lo mismo sucede con Amancio Ortega, que entró en Telxius a través de Pontegadea Inversiones en 2018, comprando el 9,99% de la empresa por menos de 400 millones de euros; actualmente sus plusvalías ascienden a 770 millones de euros.
Si Telefónica pensaba deshacerse de infraestructura desde hace años, y “hacer caja” ¿por qué metieron a nuevos socios en Telxius, haciendo que ajenos se quedaran con gran parte del dinero?
Con este Consejo de Administración ni sus inversiones ni nuestro modo de vida están seguros, por muy locuaz y optimista que el señor Álvarez Pallete trate de mostrarse ante los presentes.
Por si quedara alguna duda, también podemos echar una mirada a las filiales de Latinoamérica donde el proceso de descomposición es idéntico. En el mes de diciembre se vendió la fibra óptica de Chile al Fondo de Inversión KKR dejando en la más absoluta inseguridad a miles de compañeros y compañeras. Pero también deben conocer ustedes que en el país hubo movilizaciones populares por las políticas nacionales en el otoño de 2019 y paralizadas por el estado de emergencia. ¿Saben quién fue el objetivo principal de esas protestas? Esta empresa. Las cuatro primeras plantas del edificio de Telecomunicaciones que Telefónica posee en Santiago fueron arrasadas y año y medio después continúan así.
Ni un mes hace que la filial en Perú anunció el despido de 844 trabajadores y trabajadoras tras reagruparlos en uno de sus departamentos y justificar esa medida tras arrebatarles la actividad para derivarla hacia las contratas y acusarles de baja productividad. Nada extraño cuando el organigrama empresarial en Latinoamérica se dirige desde Colombia donde la vida de un sindicalista no vale nada.
Procesos idénticos que las compañeras y compañeros de los sindicatos de la Federación Sindical Mundial nos denuncian en todos los países donde opera Telefónica-Movistar. Por eso resulta indignante tener que escuchar palabras como las que año tras año nos regalan en la Junta de Accionistas. Porque a pesar de todo ello, de la vulneración de derechos, de las deudas con las Haciendas nacionales, de la reducción de costes laborales, de la venta de las infraestructuras… la deuda sigue siendo enorme y el valor de la acción continua a la baja.
AST somos un sindicato de clase trabajadora. Y como tal, nuestro objetivo es un modelo social solidario de reparto de la riqueza que acabe con el desempleo y la miseria que éste genera. En el ámbito de la empresa, además, queremos estabilidad en los puestos de trabajo, mejores condiciones laborales y sociales, acabar con la subcontratación y la precariedad, incorporar a TESAU muchos más trabajadores y trabajadoras a la plantilla de esta empresa, y dar una calidad del servicio mucho mejor. Todo esto acompañado de un respeto real de la libertad y la pluralidad sindical.
Les volvemos a reiterar nuestro ofrecimiento para trabajar conjuntamente con esta organización sindical siempre que se trate de avanzar en una empresa sostenible, con futuro, responsable socialmente y respetuosa con los derechos de los trabajadores y trabajadoras; así como con TODAS las organizaciones sindicales presentes en la empresa.
De lo contrario, nos tendrán enfrente junto a trabajadores y trabajadoras, junto a sindicatos que han surgido en diferentes países en el seno de esta empresa. Seguimos creyendo que “la única lucha que se pierde es la que se abandona” y seguiremos luchando hasta conseguir un mundo donde la explotación sea erradicada.